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Centro de Estudios en Arqueología Subacuática Argentina

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La presencia del hombre en el planeta dependió, desde siempre, del agua como fuente de vida y desarrollo. Las costas de los mares y las orillas de lagos y ríos han sido elegidos para los asentamientos humanos. Esta presencia humana cercana a cuencas de agua plantea un punto de partida para la existencia de posibles restos que por diferentes razones quedaron sumergidos. En muchos casos los objetos fueron arrojados intencionalmente como parte de sacrificios u ofrendas rituales o porque se deshacían de ellos o simplemente se perdían. En muchos otros casos los cambios en el nivel del mar han variado las líneas de costa dejando en la actualidad grandes superficies terrestres sumergidas, que en otras épocas, fueron ocupadas o utilizadas por el hombre. Accidentes, batallas y hasta cataclismos sumergieron gran parte de las huellas del pasado humano. Por eso, no es dato innovador a nivel mundial que bajo las aguas yacen importantes fragmentos de información sobre nuestro pasado. Desde la década de los años ’50 del presente siglo, los trabajos de arqueología subacuáticas se han generalizado en diversos lugares del planeta en los que se planteaban diferentes problemáticas (Bass 1966,1974,1988; Greenhil 1976; Tcheria y Pomey 1978; Grenier y Tuck 1979; Cederlund 1980; Maarleveld 1984; García Cano 1987,1988,1996; Austral y García Cano 1997; García Cano y Valentini 1997; Pujante y Flandes 1998 y otros) Los proyectos permitieron acceder a una información en muchos casos perdida y en otros complementaria de fuentes históricas. A partir de estos desarrollos la relación del hombre con el medio acuático comenzó a ser comprendida en términos más precisos que los estudiados y conocidos hasta aquel momento. Diversos trabajos que trataban en forma general aspectos de esta orientación comenzaron a tratar los métodos y técnicas implementadas (UNESCO 1972; Muckelroy 1979,1981; Gianfrotta y Pomey 1980, Hodder 1987,1988; Green 1990; Dean y Ferrari 1992; Rao 1993; Delgado y otros 1997). Tal fue la posibilidad de acceso a temas específicos como la construcción naval, la construcción náutica, las rutas comerciales por transporte fluvial, lacustre o marítimo; las formas de captura de especies para el alimento o los patrones de asentamiento de poblados en relación con las cuencas. La arqueología subacuática abrió un panorama temático no siempre abordado con anterioridad, o estudiado desde aspectos que sólo se pudieron definir una vez que se accedió a la cultura material que permaneció bajo el agua. Desde ella se ha podido obtener una comprensión más precisa de los sucesos que determinaron la existencia de esos sitios arqueológicos. No cabe duda que a raíz de estos problemas, a su vez se ha contribuido a estudiar temas relacionados y que han conformado otros proyectos, como el estudio, por ejemplo, de las técnicas desarrolladas para la navegación o los problemas de aprovisionamiento de abordo, el proceso de formación de sitios sumergidos o saturados en agua. La diversidad de los sitios trabajados (lagunas, ríos, costas marinas, sitios en alta mar) ha permitido que se diseñaran técnicas especiales para poder operar en medios subacuáticos con condiciones distintas. Así se ha llegado a trabajar a grandes profundidades (Titanic), como a realizar excavaciones con ausencia total de visibilidad bajo el agua (Santa Fe La Vieja - Argentina). Un factor que contribuye a prestarle especial atención al desarrollo de la Arqueología Subacuática, es el estado de conservación en que podemos hallar los objetos sumergidos. La combinación de baja temperatura y baja salinidad en las aguas, así como la profundidad y la altitud, proponen un contexto a priori favorable para la conservación del material arqueológico. Más aún, supone mayores facilidades en los tratamientos de estabilización posteriores a su recuperación de las aguas. Los sitios expuestos a aguas frías (cada vez que la temperatura disminuye 5 grados, la proporción de reacción química disminuye a la mitad), a niveles salinos bajos y con poca circulación de oxígeno (cuando los restos quedan enterrados por los sedimentos) presentan un estado de conservación ampliamente favorable. El desarrollo de los proyectos científicos y la formación de recursos humanos en las aulas universitarias de todo el mundo en Arqueología Subacuática, han favorecido ampliamente un nuevo proceso de conocimiento y han puesto un freno, lento aún pero paulatino, sobre los denominados “cazadores de tesoros”. La preocupación por la integración del registro arqueológico subacuático, la misión real de diferenciar la disciplina del constante expolio que ocasionan los cazadores de tesoros y las características que presentan los sitios sumergidos o asociados a diferentes cuerpos de agua, nos movilizaron a conformar el Area de Arqueología Subacuática, que desde 1996 a la fecha funciona ininterrumpidamente en el Departamento de Arqueología de la Escuela de Antropología. Dicha Area fue considerada en un documento de la UNESCO de junio del 2007 por la Sección de Bienes Culturales y Museos, como una de las instituciones de formación de recursos humanos en la especialidad en Arqueología Subacuática en Latinoamérica. (se adjunta copia del documento) En el año 2008 se dictó por primera vez en las Universidades Argentinas un Seminario de Grado en Arqueología Subacuática para los alumnos de la carrera de Antropología de esta Facultad. La conformación de recursos humanos nos permitió llevar adelante proyectos de investigación propios y colaborar, dada la formación recibida, con proyectos en el exterior de otros colegas. Desde 1996 se ha desarrollado una amplia participación en diferentes proyectos de investigación y en el intercambio de estudiantes y profesionales.

En los últimos años se han incorporado temas de Arqueología de costas.

(Res.353/10 C.D.) 

Director/a: Mónica Patricia Valentini

Miembros: 

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  • Mónica P. Valentini Escuela de Antropología, UNR

  • Juan Nóbile Escuela de Antropología, UNR

  • Javier García Cano, Patrimonio Cultural Subacuático (UBA)

  • Irene Dosztal Escuela de Antropología, UNR

  • Mariano Ramos, Arqueólogo (UNLu)

  • Horacio De Rosa, Departamento de Metalografía (UBA)

  • Liliana Barela, Historiadora (Instituto Histórico GCBA)

  • Marlon Escamilla, Arqueólogo Subacuático (Universidad Tecnológica de El Salvador)

  • Rafael Azuar, Arqueólogo (Museo Nacional de Arqueología Subacuática. España)

  • Antonio Lezama, Arqueólogo Subacuático (Universidad de la República. Uruguay)

  • Eduardo Keldjian, Arqueólogo Subacuático (Universidad de la República. Uruguay)

  • Pedro Pujante, Arqueólogo Subacuático (IANS, Chile)

  • Thijs Maarleveld, (Comité Internacional del Patrimonio Cultural Subacuático)

  • Gilson Rambelli, Arqueólogo Subacuático (Universidad de Campinhas, Brasil)

  • Ovidio Ortega Pereyra, Arqueólogo Subacuático (Oficina del Historiador, Cuba)

  • Mariano Darigo Escuela de Antropología UNR

  • Paola Sportelli (UNR)

  • Teresita de Haro(UBA)

  • Lorena Salvatelli

  • Romina Braicovich

  • María Virginia Marull (UNR)

  • Matías Warr (UNLu)

  • Diego Martínez (UNR)

  • Lisandro Arelovich (UNR)

  • Liliana Leiva (UNR)

  • V. Sebastián Fernández (UNR)

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